Una inducción del parto consiste en provocar
el inicio del trabajo de parto mediante procedimientos médicos o
mecánico antes del comienzo
espontáneo del mismo. Es
lo que coloquialmente se conoce como “provocar el parto”. Lo contrario a
realizar una inducción del parto, sería el inicio espontáneo del mismo.
Es uno de los procedimientos más
frecuentes en Obstetricia, habiendo experimentado un incremento en su indicación
en todo el mundo durante los últimos años hasta casi duplicarse. Uno de los motivos de este incremento global
es el aumento de las inducciones indicadas por casusas ajenas a criterios
médicos.
Las indicaciones médicas para
realizar una inducción del parto son diversas y todas ellas deberían ir
encaminadas a mejorar el resultado del embarazo interrumpiéndolo
artificialmente que dejándolo a su evolución natural. Una de las indicaciones
más frecuentes para realizar una inducción del parto es la rotura prematura de
membranas, cuya indicación no tiene discusión hoy día. Consiste en provocar el inicio del parto en una paciente
que ha roto la bolsa y que sin embargo no ha iniciado el trabajo de parto de
forma espontánea. Otra indicación frecuente para realizar una inducción es la
prolongación del mismo más allá de la semana 42, ya que a partir de esas
semanas existe un aumento de la probabilidad de la muerte fetal intrauterina.
Sin embargo hay otras indicaciones que están sujetas a una mayor subjetividad médica
o al resultado de otras pruebas, como por ejemplo el inducir el parto por un
retraso del crecimiento fetal, por una disminución de la cantidad del líquido
amniótico valorado en una ecografía, o incluso por patología materna
concomitante durante el embarazo que pueden hacer “recomendable” terminarlo
antes de tiempo si no se consiguen controlar o revierten cierta gravedad como
la preeclampsia o la diabetes.
Dado que los mecanismos de
desencadenamiento del parto en la especie humana no son totalmente conocidos, resulta difícil encontrar un mecanismo
artificial que lo sustituya. A medida que nos hemos adentrado en el
conocimiento acerca de los mecanismos del parto, se han introducido técnicas
que reproducen el proceso natural y tienen más probabilidades de éxito. Actualmente
los procedimientos más utilizados para realizar una inducción del parto son
farmacológicos y consiste en la administración exógena de oxitocina endovenosa
o de prostaglandinas por vía vaginal. La utilización de un fármaco u otro (o de
ambos sucesivamente) depende de cuál sea la indicación de la inducción y de
cuáles sean las condiciones obstétricas, es decir cómo de borrado y/o dilatado
esté el cuello del útero en el momento de comenzar la inducción. Normalmente se
suelen utilizar prostaglandinas vaginales durante las primeras 12 horas que
posibilitan la maduración cervical. Tras varias horas de descanso (normalmente
nocturnas) y si la paciente no ha iniciado trabajo de parto a pesar de esta
medicación, se iniciará la administración de oxitocina intravenosa.
Este procedimiento no solo tiene
implicaciones médicas maternas y/o fetales, sino que afecta también a toda la
estructura asistencial, puesto que implica una sobrecarga de trabajo en los
Servicios de Obstetricia de las maternidades, con respecto a los partos de
inicio espontáneo. La política de inducción, incluyendo indicaciones, métodos y
cuidados que se ofrecen, necesita ser continuamente optimizada. Una de las
repercusiones más importantes que tiene el número de inducciones que se
realizan en un hospital, es que está directamente relacionada con la tasa de
cesáreas que se realizan en el mismo: a más inducciones, más cesáreas, porque
la tasa de éxito de la inducción (entendido el éxito como aquella que finaliza
mediante un parto por vía vaginal) no es la misma que la de un parto de inicio
espontáneo.
Por último, la inducción del
parto, afecta a la vivencia del parto por parte de la mujer. El parto puede ser
menos eficiente, más largo y más doloroso que el trabajo de parto espontáneo,
requiriendo más intervencionismo, ya que se ha descrito que
en partos inducidos, menos de 2/3 de las mujeres daban a luz sin necesidad de
intervención, con cerca del 15% de partos instrumentales y un 22% de cesáreas
intraparto. Uno de los condicionantes más importantes para que las mujeres
vivan el proceso de su inducción y de su parto de la forma más fisiológica
posible es la información que los profesionales podemos proporcionar a las
mujeres acerca de cómo va a ser ese proceso, en qué consiste exactamente, cuánto
puede durar, cuáles son los riesgo y las posibles complicaciones. La
información empodera a las mujeres, satisface sus necesidades de conocimiento
en torno al proceso de la inducción y del parto, disminuye la ansiedad de cara
al mismo, así como a la frustración que puede ocurrir una vez finalizado el
proceeso, por no haberse cumplido unas expectativas generadas sin la información
necesaria.
Fdo. Mª Teresa Prieto Sánchez
Profesor Contratado Doctor en la Universidad de Murcia y Ginecóloga en el Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca.
Fdo. Mª Teresa Prieto Sánchez
Profesor Contratado Doctor en la Universidad de Murcia y Ginecóloga en el Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca.
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