sábado, 24 de junio de 2017

¿Qué es una inducción del parto y en qué casos está indicado realizarla?

Una inducción del parto consiste en provocar el inicio del trabajo de parto mediante procedimientos médicos o mecánico antes del comienzo espontáneo del mismo. Es lo que coloquialmente se conoce como “provocar el parto”. Lo contrario a realizar una inducción del parto, sería el inicio espontáneo del mismo.
Es uno de los procedimientos más frecuentes en Obstetricia, habiendo experimentado un incremento en su indicación en todo el mundo durante los últimos años hasta casi duplicarse.  Uno de los motivos de este incremento global es el aumento de las inducciones indicadas por casusas ajenas a criterios médicos.
Las indicaciones médicas para realizar una inducción del parto son diversas y todas ellas deberían ir encaminadas a mejorar el resultado del embarazo interrumpiéndolo artificialmente que dejándolo a su evolución natural. Una de las indicaciones más frecuentes para realizar una inducción del parto es la rotura prematura de membranas, cuya indicación no tiene discusión hoy día. Consiste en  provocar el inicio del parto en una paciente que ha roto la bolsa y que sin embargo no ha iniciado el trabajo de parto de forma espontánea. Otra indicación frecuente para realizar una inducción es la prolongación del mismo más allá de la semana 42, ya que a partir de esas semanas existe un aumento de la probabilidad de la muerte fetal intrauterina. Sin embargo hay otras indicaciones que están sujetas a una mayor subjetividad médica o al resultado de otras pruebas, como por ejemplo el inducir el parto por un retraso del crecimiento fetal, por una disminución de la cantidad del líquido amniótico valorado en una ecografía, o incluso por patología materna concomitante durante el embarazo que pueden hacer “recomendable” terminarlo antes de tiempo si no se consiguen controlar o revierten cierta gravedad como la preeclampsia o la diabetes.
Dado que los mecanismos de desencadenamiento del parto en la especie humana no son totalmente conocidos,  resulta difícil encontrar un mecanismo artificial que lo sustituya. A medida que nos hemos adentrado en el conocimiento acerca de los mecanismos del parto, se han introducido técnicas que reproducen el proceso natural y tienen más probabilidades de éxito. Actualmente los procedimientos más utilizados para realizar una inducción del parto son farmacológicos y consiste en la administración exógena de oxitocina endovenosa o de prostaglandinas por vía vaginal. La utilización de un fármaco u otro (o de ambos sucesivamente) depende de cuál sea la indicación de la inducción y de cuáles sean las condiciones obstétricas, es decir cómo de borrado y/o dilatado esté el cuello del útero en el momento de comenzar la inducción. Normalmente se suelen utilizar prostaglandinas vaginales durante las primeras 12 horas que posibilitan la maduración cervical. Tras varias horas de descanso (normalmente nocturnas) y si la paciente no ha iniciado trabajo de parto a pesar de esta medicación, se iniciará la administración de oxitocina intravenosa.
Este procedimiento no solo tiene implicaciones médicas maternas y/o fetales, sino que afecta también a toda la estructura asistencial, puesto que implica una sobrecarga de trabajo en los Servicios de Obstetricia de las maternidades, con respecto a los partos de inicio espontáneo. La política de inducción, incluyendo indicaciones, métodos y cuidados que se ofrecen, necesita ser continuamente optimizada. Una de las repercusiones más importantes que tiene el número de inducciones que se realizan en un hospital, es que está directamente relacionada con la tasa de cesáreas que se realizan en el mismo: a más inducciones, más cesáreas, porque la tasa de éxito de la inducción (entendido el éxito como aquella que finaliza mediante un parto por vía vaginal) no es la misma que la de un parto de inicio espontáneo.

Por último, la inducción del parto, afecta a la vivencia del parto por parte de la mujer. El parto puede ser menos eficiente, más largo y más doloroso que el trabajo de parto espontáneo, requiriendo más intervencionismo, ya que se ha descrito que en partos inducidos, menos de 2/3 de las mujeres daban a luz sin necesidad de intervención, con cerca del 15% de partos instrumentales y un 22% de cesáreas intraparto. Uno de los condicionantes más importantes para que las mujeres vivan el proceso de su inducción y de su parto de la forma más fisiológica posible es la información que los profesionales podemos proporcionar a las mujeres acerca de cómo va a ser ese proceso, en qué consiste exactamente, cuánto puede durar, cuáles son los riesgo y las posibles complicaciones. La información empodera a las mujeres, satisface sus necesidades de conocimiento en torno al proceso de la inducción y del parto, disminuye la ansiedad de cara al mismo, así como a la frustración que puede ocurrir una vez finalizado el proceeso, por no haberse cumplido unas expectativas generadas sin la información necesaria.

Fdo. Mª Teresa Prieto Sánchez
Profesor Contratado Doctor en la Universidad de Murcia y Ginecóloga en el Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca. 

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